Descripción:
Teorizar sobre el humor puede ser tan aburrido como que te expliquen un chiste. Puede ser interesante, pero no da risa. Se pierde el chiste. ¿Entonces por qué hacerlo? Por la terquedad y la testarudez de querer entender por qué nos da risa. Por qué y cómo es posible que en los momentos más adversos ?como lo ha sido la pandemia del covid-19 de la que parece que vamos saliendo? haya tal abundancia de chistes, memes, comedia, en fin, el humor en todas sus variantes y a todo lo que da. No solo eso, sino que sabemos que uno de los pilares que nos sostienen como sujetos, a lo largo de esta pandemia (y de la vida) ha sido el humor. Hay una cita de Nietzsche que se repite en más de un artículo de los que presentamos en este número de Tramas, que dice que sufrimos tanto en este mundo que nos vimos obligados a inventar la risa. Pero eso solo describe, no explica por qué. Para empezar, ¿por qué sufrimos tanto? Y como si fuera una consecuencia obvia ¿por eso inventamos la risa? No es obvio, todo lo contrario, es lo más extraño y como dicen varios autores, se trata de un misterio que precisamente estos seres atormentados que resultamos ser, hayamos podido inventar, no la risa ni el placer, sino las creaciones del lenguaje y la imaginación. Así nos pasa. Desde el momento en que hay palabra, lo primero que hacemos con ella es preguntarnos por qué hay palabra, y como solo podemos preguntarnos con palabras, las respuestas serán siempre incompletas. La risa libera, pero también atrapa. Las creaciones humorísticas son juegos constantes entre opuestos. Sirven como denuncia y castigo. Son herramientas de investigación y exploración antropológica y social. Pueden agredir o aliviarnos.